El Ser Humano en tanto unidad biológica independiente, por el solo hecho de "estar" en éste mundo que habitamos se halla en exposición permanente a riesgos que ponen en peligro no solo su patrimonio, sino principalmente su vida.
Desde que inició una vida socialmente organizada, El Ser Humano buscó protegerse de aquellos peligros, conocidos o imprevistos, que podían amenazarlo tanto a él como a su familia, a quienes tenía alrededor y a sus pertenencias.
Inicialmente, los soldados romanos en épocas del César, destinaban una parte de su pago a un fondo de resguardo que era repartido entre las viudas y las familias de aquellos que no regresaban de las campañas a las que los enviaban.
Más tarde, genoveses, portugueses, ingleses y holandeses, formaron una aceitada organización destinada a compensar las pérdidas generadas por el transporte de mercaderías a través de los océanos recientemente descubiertos.
La concepción de resguardo fue evolucionando más y más hasta que llegado a nuestro tiempo, el seguro se convirtió en una herramienta indispensable en el armado del andamiaje social, de la planificación familiar y de la evolución de emprendedores y responsables de generar empleo.
En cualquier sociedad organizada de lo que denominamos primer mundo, uno de los primeros compromisos que toman los jóvenes recién iniciados en el campo laboral y profesional refiere a seguros de vida.
Sea de protección, ahorro o retiro, el buscar resguardar fondos para la etapa en la que ya no van a generar ingresos, se convierte en la prioridad más absoluta.
En sociedades como la nuestra, por una mala conjunción de falta de políticas de largo aliento, más descalabros económicos cíclicos y clases políticas inútiles que se reparten el poder décadas tras décadas sin generar valor agregado a su paso por la función pública, la falta de una conciencia aseguradora ha generado complicaciones, defectos e imprevistos que destruyeron a más de una familia y acortaron la vida de muchos que, por desconocimiento, no fueron previsores cuando debieron serlo.
El planteo es simple y crudo en extremo: Si entre los 20 y los 40 años de edad, los individuos activos laboralmente no generan por sí mismos un resguardo económico a futuro, el depender de una jubilación del estado les generará más de un dolor de cabeza y variado tipo de angustias cuando se supone deberían entrar en una etapa "relajada", luego de cuarenta años, mínimo, de sacrificios y trabajo.
Para muestra, basta mirar a nuestro alrededor, dentro de nuestra propia familia... ¿Cuántos de los que conocemos jubilados llevan una vida decorosa, tranquila económicamente hablando y en condiciones de disfrutar su estado de "retirados" después de tantos años de trabajo?
La respuesta es fácil y demoledora ¿Verdad?
A partir de aquí, la idea es ir presentando información clara y concisa sobre temas relativos a seguros de personas y aquellas características y detalles que son de conocimiento indispensable, necesario y crítico para todos aquellos que se hallan en la cresta de su vida laboral activa, para que puedan evaluar y tener elementos para tomar decisiones que les ayuden a pasar una vejez mucho más amena y tranquila que la que hoy viven cientos de miles de compatriotas.
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