Desde que el hombre se organizó
socialmente en actividades económicas, el tema de protegerse, en tanto actor
principal de su propia actividad económica, se convirtió en “el” punto central
de la cuestión.
Diferentes y variados riesgos
amenazaban al único gestor de los recursos que permitían su supervivencia y la
de los suyos. Aún hoy rige ese principio básico y la pregunta eje de toda la
cultura aseguradora de personas:
· si el proveedor principal de recursos de un
grupo desaparece o queda imposibilitado de seguir cumpliendo ese rol…
·
¿quién lo cumplirá?
·
¿quién proveerá de sostén al grupo?
Desde los legionarios
romanos, que generaban un fondo común para ceder a viudas y huérfanos en caso
de muerte o incapacidad de uno de los soldados, pasando por los mercaderes que
trasladaban sus mercancías por tierra y por mar en la edad media y hasta llegar
a la época de la Revolución Industrial
Entonces, tenemos que
una de las mayores preocupaciones respecto de “quién cuidará de los míos cuando yo no esté” queda finalmente
zanjada por el Seguro de Vida, también
llamado como “Seguro de Personas”.
Este tipo de seguros
se caracterizan por enfocar su cobertura en los riesgos relacionados con la
vida humana, principalmente los fijados por muerte,
supervivencia, invalidez y o enfermedad y sus consecuencias.
Así también apuntan a
cubrir daños consecuenciales o adicionales a las causas principales de riesgo,
como ser aquellos derivados de los mencionados con anterioridad y destacados.
Gastos médicos, de
sepelio, por medicación, tratamientos prolongados, repatriación de restos,
internaciones, terapias o gastos de acompañante, son solo algunos ejemplos de
estos adicionales que pueden generar un aprieto serio, en caso de no ser
tenidos en cuenta a la hora de contratar un seguro.
¿Cómo se “cotiza” un Seguro de Vida?
Se sabe que para existir un
seguro, previo debe existir un bien asegurable. La característica principal de
éste bien, es que debe tener un valor económico que pueda ser expresado a
través de algún tipo de moneda o bien de cambio que permita ponerle un
“precio”.
Entonces… ¿Cómo podemos expresar
el “valor” de la vida humana para que se la considere un “bien asegurable”?
Ciertamente no por ponerle un
precio, cosa imposible de hacer según los cánones vigentes de nuestra cultura
social. Pero sí, en cambio, podemos decir que si esa persona, sobre la cual se pretende
proteger una vida, es capaz de generar un valor económico medido en el tiempo
(cantidad de moneda que percibe durante un año por el trabajo que realiza, por
ejemplo) podemos decir que si durante ese tiempo u otro ampliado no está
capacitado para generarlo, entonces hay una pérdida de beneficio económico.
Ese es precisamente el parámetro
que se utilizará para medir el “valor económico” o “valor asegurable” de una
persona, según su capacidad de generar recursos económicos en un período de
tiempo estipulado.
Fundamentos Para la Contratación de un Seguro de Vida
Para darle valor al planteo
anterior deberemos remitirnos a tener presente la “Jerarquía de las
Necesidades” enunciada por Abraham H. Maslow según la cual, el hombre maneja
cinco necesidades básicas, acomodadas en un orden de complejidad determinado.
Estas son necesidades:
1.
Básicas
2.
De Seguridad
3.
De Pertenencia
4.
De Estima, y
5.
De Autorealización
De éstas cinco necesidades fundantes enumeradas, surgen entonces las
incertidumbres que se generan, desde el inicio de los tiempos, en cualquier
núcleo humano en el cual hubiere alguien destacado como líder o responsable,
desde los jefes de los clanes de las épocas prehistóricas hasta cualquier jefe
de familia de hoy:
·
¿Qué pasa con mi grupo si muero?
·
¿Qué pasa conmigo y con los míos si quedo
incapacitado?
En ambos casos la respuesta a las dos preguntas, se formulen en cualquier
orden, es la Prevención y la Previsión.
Prevención – Previsión – Definiciones.
La “Prevención” es la acción de adelantarse a acontecimientos
destructivos o amenazadores y la aplicación de estrategias para neutralizarlos.
La “Previsión” es la acción de generar estrategias para
minimizar, neutralizar o atenuar, las consecuencias de aquellos acontecimientos
que son certeros en su ocurrencia pero desconocidos en su momento.
Se hace “prevención” en seguridad para reducir al mínimo la
posibilidad de que ocurra un accidente, utilizando cinturón de seguridad,
colocando una baranda en un balcón o haciendo una revisión exhaustiva del chequeo
pre vuelo de una aeronave.
Un accidente puede o
no ocurrir; la forma de evitarlo es tomando precauciones. Puede ocurrir, pero
en la medida de que ampliemos los controles y las precauciones el margen de
ocurrencia se reduce.
Cuando se hace
“previsión”, se toman medidas sobre un hecho que, a priori, se sabe con certeza
que, antes o después va a ocurrir de manera inevitable, va a ocurrir y de lo
que se trata es no de impedirlo sino de atenuar sus consecuencias dado que
dicho hecho es inevitable. La vejez, la enfermedad y la muerte, son los tres
hechos principales sobre los que hacemos previsión, dado que pueden
sorprendernos en cualquier momento y de ninguna manera podemos estar ajenos a
ellos. Tarde o temprano, todos seremos alcanzados por ellos.